Un libro es un vínculo entre el pasado y el
futuro. Es un puente entre generaciones y entre culturas. Es una fuerza para
crear y compartir la sabiduría y el conocimiento.
Frank Kafka dijo una vez: “un libro debe ser un hacha para romper
los mares congelados dentro de nuestra alma”.
Ventanas a nuestra vida interior, los libros son también la puerta
a la comprensión y el respeto entre los pueblos, más allá de las fronteras y las
diferencias. En todas sus formas, los libros encarnan la diversidad del ingenio
humano, dando cuerpo a la riqueza de la experiencia humana, verbalizando la
búsqueda de sentido y de expresión que comparten todas las mujeres y todos los
hombres, que hace avanzar a todas las sociedades. Los libros contribuyen a unir
a la humanidad como una sola familia, compartiendo un pasado, una historia y un
patrimonio, para forjar un destino común donde todas las voces sean escuchadas
en el gran coro de las aspiraciones humanas.
En el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, en
colaboración con la Unión Internacional de Editores, la Federación
Internacional de Libreros y la Federación Internacional de Asociaciones de
Bibliotecarios y Bibliotecas, esto es lo que celebramos: el poder de los libros
para fomentar la creatividad y promover el diálogo entre las mujeres y los
hombres de todas las culturas. Doy las gracias a Wroclaw (Polonia), Capital
Mundial del Libro 2016, por su compromiso con la difusión de este mensaje en
todo el mundo.
Esto nunca ha sido más importante, en un momento en que la cultura
es objeto de ataques, en que la libertad de expresión se ve amenazada y en que
la diversidad afronta un auge de la intolerancia. En tiempos revueltos, los
libros representan la capacidad humana de evocar mundos reales e imaginarios y
expresarlos en palabras de entendimiento, diálogo y tolerancia. Son símbolos de
esperanza y de diálogo que debemos valorar y defender.
William
Shakespeare murió el 23 de abril de 1616, solo un día después que Cervantes. En
este día, hago un llamamiento a todos los asociados de la UNESCO para compartir
este mensaje: los libros tienen el poder de contrarrestar lo que Shakespeare
llamó “la maldición común del género humano, la necedad y la ignorancia.
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